LA HISTORIA DE A VELA - PARTE II
Para proteger el comercio de sus naves y atacar a las griegas, Cartago dispuso de una importantísima flota de guerra compuesta por veloces monorremes (con un sólo orden de remos movidos cada uno por dos remeros) empleados en misiones de avanzada y ataque a mercantes, y las míticas penteras. La venganza de Roma, tras la última Guerra Púnica, borró todo rastro de la configuración de la pentera y de su estructura. Ante la imposibilidad de determinar con exactitud como serían las penteras, hay historiadores que se inclinan por calificarlos como barcos con 5 órdenes de remos, algo difícilmente creíble, porque 5 órdenes superpuestos daría lugar a barcos muy altos e inestables, mientras que otros se inclinan por veloces barcos de un orden de remos movidos por cinco remeros, algo también difícil de creer por la longitud de los mismos. Los descubrimientos recientes de restos de barcos fenicios en las costas sicilianas y francesas permiten afirmar que las penteras eran barcos con dos órdenes de remos. Los inferiores movidos por dos remeros y los superiores por tres.
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La técnica de combate era el ataque al espolón para luego remar hacia atrás y dejar que el agua entrar en el barco enemigo. Mediante esta técnica lograron importantes victorias navales contra griegos y romanos. Sin embargo, los romanos que eran una potencia terrestre y no naval, desarrollaron una estrategia de enfrentamiento con las veloces penteras que era dotar a sus trirremes de un artilugio llamado cuervo. El cuervo era una plancha de madera, con unos garfios en los extremos que se clavaban en la cubierta enemiga, trabando los barcos, y permitían que la infantería romana pudiera abordar el barco enemigo. Esta táctica convertía las batallas navales en una prolongación de las batallas terrestres en las que no importaba la calidad de los barcos sino de las tropas.
Los barcos griegos eran ligeros, con un orden de remos impulsado por cincuenta remeros, y se llamaban penteconteras. Más adelante, en el siglo V a.C., el buque principal era la triere, antecesor del trirreme, que tenía 50 metros de eslora por 7 de manga y estaba impulsado por tres órdenes de remos. La quilla y las cuadernas estaban hechas de madera de fresno y el casco de abeto. Por lo general la triere sólo tenía un mástil con una verga y una vela cuadrada y empleaba, a modo de timón, dos grandes remos sujetos a ambos lados de la popa. Su dotación era de 170 remeros a los que se unían 10 marineros de maniobra para la vela, 10 soldados de infantería (hoplitas) y 10 oficiales, lo que completaba los 200 tripulantes. La longitud de los remos oscilaba entre los 3 metros del orden de remos más alto y 1,60 metros del más bajo. En la época dorada de la Atenas de Pericles, la ciudad tenía una fuerza regular de más de 400 trieres.
Trirreme modelo
La Roma republicana, era una potencia eminentemente terrestre; pero la confrontación con Cartago, en la Primera Guerra Púnica (264 a.C.), la obligó a desafiar a la potencia naval del momento. Con los restos de un buque cartaginés que varó cerca de Roma, copiaron su diseño y, en menos de 2 años, habían construido más de doscientas trirremes.
Aunque en la primera confrontación naval entre ambas potencias, Roma perdió su flota, en tres años reconstruyó la flota adaptándola a nuevas técnicas de combate más próximas a las terrestres. El trirreme medía unos 50 metros de eslora y portaba una vela cuadrada. Sus tres órdenes de remos le impulsaban a gran velocidad contra el barco enemigo al ritmo que el "cómitre" marcaba y, una vez que el espolón se clavaba en el costado del adversario, dejaban caer el "cuervo". Así unidos, las tropas de asalto pasaban al buque adversario trabándose una lucha que terminaba con la captura de uno de los barcos.
Más tarde, en la época de Julio César, se dotó a los trirremes romanos de armas ofensivas como catapultas y ballestas que lanzaban bolas incendiarias. El trirreme fue el rey del Mediterráneo hasta el final del Imperio Romano.
Tras la caída del Imperio Romano, se inicia un período oscuro en cuanto a fuentes escritas que nos hayan permitido dilucidar con claridad como evolucionó el "arte de la vela". Y no fue hasta la aparición de los vikingos y sus famosos drakkar que podemos volver a tomar una referencia clara sobre cómo evoluciona la vela en el mundo occidental.
De la eclosión de la sabiduría marinera durante la Edad Media, en breve se publicará en este portal naútico un amplio reportaje en que podremos saber más a cerca de la renovación de las técnicas de navegación y más concretamente de cómo la vela se erigió en el vínculo entre diferente mundos.
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